viernes, junio 23, 2006

Delirio asesino

01:24 hs 22°06°06

Cómo sube el humo desde el suelo...
No es de día ni es de noche, en su mente ya no existe nada...
Una sombra clara se inquieta en sus iris. Gira alrededor de las ínfimas y contraídas pupilas. Obsesivas.
Choques secos de goma contra empedrado y asfalto, contra espejos de agua que latían en su cerebro. Pero él no temblaba, no transpiraba, no estaba pensando...
Entre millares de cavidades nada se movía o era, más que ese profundo deseo, esa necesidad insaciable de esculpir cadáveres. Cortar la vida era un arte, como la incisión del cuchillo, como la púrpura sangre corriendo... endulzando la nívea piel.
Saciando su sed de veneno. Agridulce néctar de placer.